martes, 4 de octubre de 2011

Ventanas a Recoletos

A Esperanza, sin cuya corrección, opinión y crítica constructiva, este Blog no gozaría de sencillez
A Miguel Ángel, que me ha documentado y orientado sobre la parte técnica del oficio de maestro

Decía la madre de Serrat: “Yo soy de donde comen mis hijos”, y a día de hoy no conozco a nadie que haya dado una definición de patria mejor ni con mayor inteligencia que esa.

Silvia Oleza Molina, a la edad de cincuenta y tres años, natural de Madrid, divorciada, nacida y criada en Plaza de Chamberí y, hasta hace poco, profesora de Enseñanza Secundaria en un centro público, se detuvo en esas palabras mientras hacía el trayecto en AVE a Málaga, donde pasaría unos días de relajo junto a su hermano y la pareja de éste.

Sin apetito, esquinó a un lado el catering que el personal de Renfe repartió entre los viajeros. Al otro lado del pasillo, dos abuelos andaluces, derrochando salero, peleaban con el nieto que se negaba a comer lo que la mujer, con mimo y paciencia, había troceado. Mientras eso sucedía, el rapaz devoraba una bolsa de patatas fritas que el abuelo al final cediendo había comprado. Tentada estuvo Silvia de seguir observando aquella escena hogareña, pero no quiso desnortar sus pensamientos y por la ventanilla del coche se dejó llevar a ellos. Los trenes es lo que tienen; ayudan a acunar recuerdos que nos han ido marcando.

Cuando fuera del programa oficial surgía, impartía entre los alumnos lo que ella llamaba “desarrollo del sentido común”; esto establecía con la dirección del instituto fuertes discrepancias. Por ejemplo, las veces que reconoció su falta de apego a la bandera y el recelo que sentía por las masas que, desde el fanatismo, mitifican a simples individuos de carne y hueso. Por no hablar de cuando, en horas extraescolares, presenciaba con ellos en vivo cómo se defiende que la calle es un espacio para todos y no un oratorio que avala al aire libre un único modelo de familia. Recibía acusaciones de todo tipo, pero quizá la más beligerante fue cuando la culparon de provocar a ciertas zagalas y zagales para que difundieran a través de las redes sociales lo siguiente: “África se muere de hambre y son escasos los esfuerzos que los gobiernos canalizan para paliarlo.”

El último curso se complicó y de qué manera. Al regreso de vacaciones en enero, vio que la silla ocupada por Rachida, una chica árabe, sutil e inteligente, estaba vacía. Preguntó a los chavales pero ninguno daba una versión parecida de los hechos. Por tanto, subió al despacho del director donde fue recibida por la plana mayor. ¡No daba crédito! Pronto disipó el temor al racismo, pero, ¿cuál sería el verdadero motivo de la expulsión? Finalizado el primer trimestre, el padre de la muchacha se presentó en el centro acusándoles de haber “occidentalizado” el sagrado espíritu de su hija, cargando concretamente contra esa maestra de Educación para la Ciudadanía que estaba inculcándole ideas “rojas”. Semejante dislate obligó a convocar al claustro de profesores, al que Silvia no asistió, encamada con gripe. Vanas fueron las conversaciones para que el padre reconsiderara la posibilidad de volver a traer a la joven a clase. Desde ese momento, la vida docente de la educadora fue un camino lleno de obstáculos, hasta que solicitó una excedencia.


Sin embargo, minutos antes de pisar tierra malagueña, recordó unas declaraciones realizadas por Elisa García Grandes, adolescente de aproximados quince años, con la cabeza muy bien amueblada y a propósito del movimiento 15-M, donde dijo: “Yo de mayor quiero refundar la izquierda.” Sin duda, esto es un balón de oxígeno para los descreídos que dudan de la juventud de ahora y su compromiso social. Habida cuenta de todo lo narrado, Silvia concluye sus reflexiones hallando un punto de unión entre la definición de doña Ángeles que abría este escrito y la afirmación contundente de Elisa, que lo cierra.

Ya en el andén y notando cerca la presencia del mar, dejó que sus preocupaciones reposaran en una vía muerta de la memoria. El niño, rozándola veloz como una bala y los abuelos sonriéndole y llevando en sus manos más bultos de los necesarios, salieron a la par de la estación María Zambrano hacia la parada de taxis, donde en automóviles diferentes sus destinos se separaron para siempre.

7 respuestas a Ventanas a Recoletos

  1. Carmen Cervantes dijo:
    Me parece muy interesante. Estoy totalmente de acuerdo con la definición de la madre de Serrat. Es más yo voy más allá, las banderas son trapitos de colores y me da igual la de España, que la del Barça que incluso la catalana.
    Lo importante es que los gobiernos, que para eso les pagamos, aseguren la vida de sus gobernados que son a la vez sus jefes.
  2. Angie dijo:
    Yo me quedo con:” Y es que lo trenes es lo que tienen, ayudan a acunar recuerdos que nos han ido marcando.” Es muy cierto y además nos dan el tiempo que nos ayuda a construir los sueños, la ilusión y la esperanza para el futuro.
    En cuanto a la madre de Serrat, de tal palo tal astilla.
  3. Mayte, te sigo en lo que escribes, continua en tu escribir soltando la personalida por aflorar. No permitas la intromisión ajena, se tu misma!.
    • Esperanza dijo:
      Pues yo con las ideas y las banderas.. mejor no me meto. Cada cual que acune lo que “estima” sin despreciar lo que estima el otro. Es bueno sentirse de casa y a la vez ciudadano plural y del mundo. Aprender TOLERANCIA y a respetar las diferencias es una gran tarea para todos los educadores; mucho mas dificil que enseñar matemáticas. Y los trenes…los recuerdos….las historias vividas. Viajar ; y viajar en tren se presta a recordar, a madurar lo vivido…Un viaje implica un cambio, sino no es viaje. Ha sido agradable de leer. Yo es que me meto en el alma de Silvia y siento con ella. Eso es obra de la escritora.
  4. Elena dijo:
    Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de Esperanza, cada cual que se sienta donde mejor vea, sin despreciar al otro, hay que ser ciudadano del mundo…. Aprender TOLERANCIA ¡¡qué difícil!! ¡¡cuánto nos queda por aprender!!
    Mayte, gracias por tus escritos con los que nos haces viajar con el pensamiento.
  5. Ana (Alicante) dijo:
    Los cambios implican nuevas expectativas, ayudan a hacer un parón en el “camino” y reflexionar… y nos dan la oportunidad de movernos hacia direcciones que quizá de otra forma nunca nos atreveríamos. Debemos pensar en los cambios como auténticas oportunidades para seguir avanzando… puede que ese tren lleve a Silvia hacia un futuro mejor.
    Gracias Mayte.
  6. Miguel Ángel Lozano Martínez dijo:
    Mayte: Tu historia sugiere, como otras veces, reflexiones sobre muy variados aspectos: los viajes (y concretamente los hechos en tren), las circunstancias de la vida que te llevan a hacer cambios, los prejuicios,… Yo pienso que éstos son una de las causas principales de muchos de los males que sufre la humanidad. Juzgamos a los demás por su pertenencia a un grupo o damos a todos los componentes de un colectivo las mismas características, normalmente con sentido negativo (los catalanes son… ; ya se sabe, es un gitano…; todos los hombres son iguales…etcétera, etcétera). Pero no me enrrollo más, que aquí la escritora eres tú. Muchas gracias por la dedicatoria; yo creo que no era para tanto. Besos.

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