domingo, 27 de junio de 2021

No puedo respirar

22.

Cuando se cumple un año del asesinato de George Floyd, Estados Unidos todavía no ha dado luz verde a la ley para erradicar la brutalidad policial contra las minorías raciales. Así que, mientras eso no ocurra, la vida de los negros corre peligro. ‘Markel, tío, ¿cuándo vienes? Al final llegamos tarde’. ‘¡Voy, impaciente! Me visto y te recojo’. Aprovechando que Glenn y yo vamos a St. Cloud a la reunión anual que tenemos con ambientalistas y en la que, seguramente, abordaremos el negocio de los combustibles fósiles, hacemos un alto en Minneapolis. 87 millas separan una ciudad de otra por la US-52 N, trayecto que nosotros realizamos conversando distendido. ‘En cuánto pueda quiero viajar a Canadá para visitar a mi familia en la Isla de Baffil –suelta melancólico–, les echo mucho de menos’. ‘¿Allí quién queda?’. ‘Mi madre y mis hermanos’. ‘¿Y tu padre sigue en Australia?’. ‘Sí, emigró con la promesa de hacer dinero y regresar, pero nunca cumplió su palabra. Eso ocurrió cuando yo me encontraba en los Andes, al oeste de la República Argentina’. ‘¿El informe que publicaste de Aconcagua sin nieve en las cumbres sería posterior? Lo busqué en la web al poco de conocerte’. ‘No recuerdo si fue después de mi estancia, pero todo se relaciona. Ten en cuenta que el deshielo que sufre la zona alcanza también a Chile. Estos fenómenos atmosféricos están cambiando el curso de los ríos. La retracción de glaciares es muy alarmante, cuanto menos llueva y nieve más aumentará la temperatura del planeta, lo cual conlleva una afectación en los procesos productivos’. ‘Meses atrás es lo que motivó a miles de vecinos de la provincia a manifestarse en contra de proyectos de megaminería’. ‘Exacto’. ‘¿Volverás a España? –cambia de tema–. Siempre lo has deseado’. ‘Probablemente en un futuro lo haga, pero ahora es difícil. Además, mira cómo están mis compañeros de viaje: Georgia pendiente de la custodia de la niña, y William, figúrate’. ‘Puedes ir solo’. ‘Lo sé’. ‘Allí tienes gente, ¿no?’. ‘¿Recuerdas al primo Andoni?’. ‘Claro. Estuviste meses hablando maravillas de la posada rural que montó’. ‘Sí, en Herboso, donde vivió la abuela. A ti te gustaría, todo el entorno es espectacular’. ‘Seguro. ¿Cómo le va el negocio?’. ‘Nos perdimos la pista. Quedaron cabos sueltos de la herencia familiar y, a pesar de explicarle que mi padre estaba al margen de ese asunto no quiso mantener contacto’. ‘Qué desagradable, ¿verdad?’. ‘Mucho. Hace poco supe por otro conocido, a través de e-mail, que abandonó la aldea antes de declararse la pandemia. Por lo visto se enroló en un barco rumbo a los países nórdicos, pero no se sabe si arribó en alguno de ellos’. ‘¿Te gustaría regresar a tus orígenes por un largo período?’. ‘Lo que soy lo he construido aquí, donde crecen los sueños y ven la luz los proyectos, aquí ejercito la actividad, la participación, el aprendizaje. Aquí me he desarrollado interiormente como persona y he militado en la lucha por dejar un mundo más habitable, respetando la diversidad de las especies, más justo con el clima, reconciliado con la naturaleza y exento de tantas tonterías materiales innecesarias que nos tienen embobados. No tengo desarrollado un sentimiento de nostalgia como sí veo en ti, quizá porque volver a Bilbao es abrir la herida de las ausencias’. ‘¿Es por Alaia?’. ‘Lo digo en general, aunque fundamentalmente sí, por ella’. ‘Eso me sorprende ya que ha sido en Rochester donde habéis convivido’. ‘Pero no es igual, yo la arranqué de allí’. ‘Tranquilo, amigo, ha pasado bastante tiempo desde su muerte y creo que te exiges demasiado’. ‘Puede, sin embargo, es tan intenso su vacío que todo a mi alrededor aparece como solar donde jamás podré volver a construir nada’. ‘Estoy convencido de que algún día conseguirás salir a flote, de hecho lo estás haciendo, y no lo digo en el sentido de que rehagas tu vida sentimental. Cuando empecé a colaborar con vosotros pensé que Georgia y tú erais pareja’. ‘Qué va, pobrecita, cargar con este cascarrabias. Nunca se me pasó por la cabeza –mantengo en secreto que ella lo intentó–. La quiero muchísimo, igual que al resto’. ‘Me gusta cómo has definido los lugares, supongo que somos la suma abigarrada de la patria que llevamos por dentro convertida en remanso de paz’. ‘¿Qué planes tienes?’. ‘Encontrar la armonía entre el cuerpo y el espíritu’. ‘Uy, te veo muy religioso, eh’. ‘Anda, no digas tonterías’. La limpia sonrisa de Glenn Clemmons, sin arrugas ni dobleces, y la transparencia de su mirada, son señales inequívocas de alguien que tras haber realizado una dura travesía, necesita parar y tomar aliento.
          Nos abrimos paso entre el tráfico desacelerando el ritmo traído en carretera para colocarnos debajo de una masa de nubes redondeadas que pronostican tormenta. ‘Estamos llegando’. ‘Estaciona el carro donde puedas –sugiere mi acompañante– y vayamos a pie’. ‘Sí, será mejor’. Atravesando cortinas de niebla que no disimulan nuestro porte de forasteros, recorremos algunas cuadras desiertas donde negocios con los cierres echados visibilizan la ruina por la falta de actividad. A ambos lados de la calle 38, escondidos al otro lado de las viviendas particulares, somos observados por niños que hoy no han ido a la escuela ante el temor de que puedan formarse altercados. ‘Mira, Cup Foods’. ‘–respondo–, la tienda donde empezó la pesadilla mortal’. A cierta distancia de la puerta de cristal, enmarcada en hierro, se levanta un altar improvisado de flores, velas y gente, en su mayoría de color, bordeando el lugar donde el expolicía Derek Chauvin hincó su rodilla en el cuello del afroamericano. De repente, y a la señal del reverendo que preside la ceremonia, una mujer, con túnica en tonos violeta, entona las primeras notas de la pieza góspel Don’t let the devil ride, a la que se unen más voces con el fervor que sólo ellos saben contagiar. Por los laterales de donde estamos, caravanas de autos tocan sus cláxones al grito de I can’t breathe. Mientras asistimos a este acontecimiento, en Washington D. C., Joe Biden recibe a la familia Floyd y a miembros de su equipo legal quienes le sacaron al presidente, que estuvo acompañado en todo momento de Kamala Harris, el compromiso de desbloquear la ansiada reforma policial ante la falta de consenso entre demócratas y republicanos. A su vez, el movimiento Black Lives Matter ha convocado manifestaciones en diferentes Estados. ‘Cuidado, Markel, apártate’. La aparición de incontables agitadores de extrema derecha viniendo hacia nosotros, armados con bates de beisbol, pistolas y rifles de asalto, cuyo orgullo patriótico no tolera que se recuerde públicamente a un hombre negro y la pasividad de las fuerzas del orden al no impedir el enfrentamiento de estos con un grupo de estudiantes, hizo que nos dispersáramos.
          Al llegar a St. Cloud lo primero que hacemos es buscar Bravo burrito, donde ofrecen comida mexicana de calidad, según nos ha recomendado Jeff, y que solo de pensar en las Fajitas, esas tortillas de maíz dobladas en cilindro y rellenas con carne y vegetales salteados, se me hace la boca agua. Aunque la distancia entre comensales tranquiliza optamos por sentarnos lo más alejados posible. ‘¿Sabes por qué en estos restaurantes es importante pedir Chiles en nogada?’. ‘Ni idea –digo–, pero seguro que me lo cuentas’. ‘Porque su presentación simboliza el verde, blanco y rojo de la bandera de México, y eligiéndolo elogias su ego’. ‘¿Qué lleva?’. ‘Picadillo de res y frutos mixtos, cubierto de crema de nuez adornada con pepitas de granada y ramas de perejil’. ‘Coño, es verdad, los tres colores’. ‘¿A qué hora es la reunión?’. ‘Empieza temprano, sobre las 8:00 a.m.’. ‘Entonces, tomemos unas cervezas’. ‘¿Sabes lo que más me gusta de aquí? –comento–, pues que aún conserva lo mejor de los pueblos indígenas que ocuparon este territorio durante años’. ‘Cierto, la huella de los Ottawa, por ejemplo’. ‘Y algunos más que ahora no recuerdo’. ‘Piensa que fue estación de paso para colonos y comerciantes –dice mi compañero con la pasión esa que le pone a las cosas que le interesan–, cuyos trenes a veces eran simples carros tirados por bueyes’. ‘Los grupos étnicos que acampaban traían pieles para cambiar por suministros que llevaban a los asentamientos –dejo pasar un instante de silencio y prosigo–: ves, yo también tengo cultura local’. Reímos a carcajadas, pero el efecto que la cerveza ejerce ya en nosotros da paso quizá a un dialogo algo más desinhibido. ‘¿Cómo crees que afrontará el Gobierno el problema que existe con la migración?’. ‘La vicepresidenta tiene pendiente un viaje por suelo latinoamericano que espero sea positivo’. ‘Uy, la oposición se echará encima argumentando que el verdadero problema está en la frontera sur’. ‘Pues tendrán que buscar la manera para contener llegadas masivas de gente desde Guatemala, Honduras, El Salvador…’. ‘Lo sé, Markel. Eso se consigue mejorando las condiciones de vida en sus lugares de origen con inversiones por parte de los países más ricos’. ‘Sin olvidar que hay que ofrecer soluciones capaces de combatir el narcotráfico’. ‘Oye –corta por lo sano–, ¿has leído declaraciones de John Kerry reconociendo que Chile es líder en tecnologías innovadoras?’. ‘Me han llegado rumores de que según dice a los medios considera que la transición a energías limpias es la mayor transformación del mercado desde la Revolución Industrial’. ‘Combustibles sintéticos para barcos y aviones, vehículos eléctricos de tecnología avanzada y todo lo que conlleva conseguir emisiones cero en la atmósfera es un reto emergente para todo mandatario con sentido común’. ‘Ojalá sea así, Glenn. En todo caso el papel fundamental han de protagonizarlo los jóvenes y sus expectativas de progreso como nuevos pobladores de un futuro que puede ser o no saludable y con acceso directo a las herramientas necesarias para unir fuerzas contra la amenaza, ya real, de las consecuencias del cambio climático, capaz de barrer cualquier obstáculo que se interponga en su camino. Me consta que la Administración Biden impulsa medidas políticas más allá del Acuerdo de París’. ‘¿Has oído hablar del Cuerpo Civil para el Clima? –dice, haciendo memoria–. Es una buena idea’. ‘¿Está inspirado en algo similar creado por el presidente Franklin D. Roosevelt?’. ‘Sí. Es un programa de empleo del gobierno, exactamente del Departamento del Interior y Agricultura donde una flamante generación de estadounidenses trabajara para combatir la crisis climática, preservando y restaurando, tierras y aguas públicas, así como resguardar la biodiversidad y cuánto conlleva la conservación del Planeta’. ‘Uf, se ha hecho muy tarde –comento, consultando el reloj– y mañana debemos estar despejados’.
          La reunión anual con ambientalistas de todo el país alcanza las expectativas planteadas, para que cada interviniente expongamos las propuestas que traemos con el firme propósito de mejorar la calidad de la naturaleza y sus múltiples formas de vida. El encuentro tiene lugar en River’s Edge Convention Center, un edificio de diseño moderno, casi a los pies del río Mississippi y vistas espectaculares a St. Cloud. Las preocupaciones que nos mueven suelen ser parecidas, sin embargo, hay soluciones que precisan de un ajuste por las características de cada condado. El siguiente punto, tras haber intervenido todos, con tramos abiertos al diálogo, es un almuerzo ajustado a las dietas sostenibles. Nosotros hemos tenido la suerte de compartir mesa con descendientes de Amelia Boynton, quien en marzo de 1965, en el llamado “domingo sangriento”, encabezó la marcha por los derechos civiles y la represión que sufrían los negros del sur. El recorrido era desde Selma a Montgomery, pero en el puente Edmund Pettusa, la brutal carga policial dejó malheridos a muchos de los manifestantes pacifistas. ‘Estaréis muy orgullosos de ella ¿verdad? –dice Glenn–. Su aportación en la campaña del sufragio femenino fue fundamental’. ‘El parentesco que nos une es lejano, pero hemos tenido la gran suerte de conocerla, murió en 2015 a los 104 años. Era impresionante en todos los sentidos’. Alargamos la tertulia hasta que tuvimos que abandonar el recinto, fuimos los últimos en salir.
          Afortunadamente el cáncer de pulmón que padece Georgia ha reducido tanto con quimioterapia, que se plantean realizar cirugía. Esta gran noticia, de esperanzador pronóstico, la encuentro en mi buzón de voz. ‘Hola. Ya hemos vuelto’. ‘¿Estuvo bien?’. ‘Sí. Bueno, ya sabes. Pesado al principio, pero ameno una vez que pasamos de la teoría a la práctica’. ‘A la próxima os lleváis a Steven. ¡Qué buen fichaje! Los jefes están encantados con él’. ‘Mejor vamos todos. ¿Cuándo te operan, Georgia?’. ‘La próxima semana’. ‘¿De la abogada hay noticias?’. ‘No, pero por e-mail le he puesto al corriente de mi nueva situación, no sea que me coincidan ambas cosas a la vez’. ‘Seguro que serán pocos días de hospital’. ‘Esperemos…’. Cuelgo el teléfono con un sabor agridulce que me hace salir al porche y mirar el horizonte donde al infinito apenas le queda un tímido resplandor del día que acaba.

3 comentarios:

  1. Según entiendo, y sin olvidar la raíz del relato, están surgiendo más fuertes los sentimientos humanos lo que nos aboca al final de la historia sin haber perdido ni pizca de interés.
    Gracias por tu esfuerzo.

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  2. Me gusta mucho esto que dices: “ Lo que soy lo he construido aquí, donde crecen los sueños y ven la luz los proyectos, aquí ejercito la actividad, la participación, el aprendizaje”. Esa frase resume lo que en realidad somos. Enhorabuena porque cada texto supera al anterior.

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  3. La paz, la violencia, la injusticia, la tortura, los derechos humanos, la dignidad, la discriminación, la desigualdad, la pobreza, el clima, la naturaleza... Hay que ser noble y hermosa para que esto te ocupe y preocupe. Te camelo, niña.

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