domingo, 13 de marzo de 2022

Helen Wyner

14.
 
El viaje de regreso desde Holman Correctional Facility, en Atmore, prisión de alta seguridad donde Helen Wyner asistió a la ejecución en directo de su excuñado, lo realizó en la parte trasera de la camioneta de Zinerva Falzone. Recostada en el desgastado respaldo de cuero marrón, con los ojos cerrados, las manos cruzadas por debajo del pecho, el estómago revuelto y el pensamiento al lado de su hermana comprendió que, tras el final de ese espectáculo no quedarían en paz sus corazones ya que nada reconfortaría el dolor que sienten desde que aquel monstruo, asesino despiadado, les arruinó la vida. ‘¿Estás bien, querida? ¿Quieres que vayamos más despacio? –preguntó Paul Cox ocupando el asiento del copiloto–. ¿Te mareas?’. ‘No os preocupéis, dadme tan sólo unos minutos’. ‘Cuantos necesites’. ‘¿Falta mucho?’. Entre sueños apenas escuchó que treinta millas más allá llegarían a su destino. Los otros conversaban casi en susurros. ‘¿Qué tal tu esposa?’. ‘Espectacular, las vacaciones con los nietos han sido una curación para ella’. ‘Cuánto me alegro. Hace unos días nos encontramos en el mercado de verduras –siguió diciendo la italiana–, y la vi tan alegre como siempre, intercambiamos recetas para enriquecer el jarabe de arce para crepes y tortitas, después, en el aparcamiento, prometió quedar conmigo en breve’. ‘Seguro que lo hará, suele cumplir siempre su palabra –confirmó él–. Recuperar antiguas costumbres es un reto más del esfuerzo que realiza para salir del agujero’. ‘Pues se está empleando a fondo’. ‘Mejor así, porque la mente humana es traicionera –soltó pensativo– y saber manejarla una carrera de fondo’. ‘Lo más importante es haber pasado página –trató de sonar optimista– y sacar el mayor partido a las cosas sencillas que tantos placeres aportan’. ‘En ello estamos’. ‘Oye, ¿notas extraña a Betty Scott?’. ‘No, tal vez más triste y muy desmejorada –se giró a mirarla–, pero soy un despistado y no me fijo’. ‘Circulan rumores por ahí de que…’. ‘¿Cuáles?’. ‘Pues que su hijo podría estar implicado en la paliza que recibió el marido de Coretta Sanders. Por lo visto frecuenta malas compañías’. ‘¿En serio? No jodas. No lo había escuchado’. ‘De vez en cuando he hecho algún tipo de comentario en la cocina de la escuela y con alguna excusa tonta lo rehúye’. ‘Supongo que estarán investigándolo’. ‘Eso espero y deseo’. ‘La humanidad se destruye a sí misma sin necesidad de que lo haga un depredador mayor’. Esa frase les condujo al silencio. A través de la radio una selección de canciones, de décadas anteriores, transportó a cada uno a su propia historia.
          Horas después dejaron a Helen en el pueblo de Elberta continuando ellos hasta la ciudad de Foley. Al subir los escalones que separaban el jardín del rellano del porche, una alfombra de hojas secas crujió bajo sus pies a la vez que apartaba hacia un lado el insecto aplastado por cascotes caídos del tejado. Las persianas entreabiertas, en señal de intimidad, no de abandono, dejaban colarse entre las láminas la discreta luz de un cielo cubierto de nubes y a punto de estallar. A escasa distancia de allí su madre preparaba el equipo de excursionista para incorporarse, al día siguiente, al grupo con el que hacía salidas semanales. Sonó el teléfono y, aunque estuvo tentada de no contestar, viendo el número sí lo hizo. ‘¿Cómo fue todo, hija?’. ‘Ha sido muy desagradable, mamá. No le deseo a nadie que viva una experiencia así’. ‘Ya lo sé, cariño, piensa que la pesadilla ha terminado y ahora no queda más remedio que continuar adelante’. ‘Tienes razón, pero necesito tiempo para asimilar el malestar que esto me ha provocado’. ‘Lo comprendo, sin embargo, no podemos dejar nuestras vidas al margen, y tampoco la de Beth. ¡Por cierto! Ayer hablé con la doctora García y dice que aprecian leves progresos de comunicación en las sesiones de terapia’. ‘Pues no sabes cómo me alegra recibir tan buena noticia’. ‘Al menos va al taller de actividades, creo que construyó una cajita de madera igual a las nuestras para la bisutería’. ‘Uy, pues ese es un gran paso’. ‘Bueno, intenta descansar’. ‘De acuerdo’. ‘Voy a acostarme pronto que mañana vienen a buscarme a primera hora’. ‘¿Adónde vais?’. ‘A la Reserva Natural de Graham Creek, las largas pistas de senderismo aguardan nuestra conquista, y la nueva zona de picnic, también. Así que, la diversión está asegurada’. ‘Que tengas buena caminata y ten cuidado’. ‘Lo tendré, además estoy emocionada porque planeamos un viaje al Parque Nacional de los Glaciares’. ‘Montana es espectacular, pero te aviso de que hace bastante frío’. ‘Por eso compré ropa térmica. Y de paso que estaremos cerca de la frontera con Canadá, visitaremos algo del país’. ‘Seguro que lo pasarás en grande’. ‘Duerme, cariño’. ‘Sí, estoy agotada’. Abrió el grifo del agua caliente y cuando estuvo a la temperatura deseada llenó la bañera, buscó en el armario el frasco de sales minerales y volcó una porción generosa. Una vez dentro, dejó que el bálsamo del relajo actuara por todo su cuerpo. En la zona de la cocina, con pijama de franela, zapatillas de paño, el pelo todavía mojado y una chaqueta de lana gorda por los hombros, se sentó en el taburete de la barra, mientras que de la sala de estar llegaba el murmullo de gente hablando en la televisión. Por instinto, o quizá fuese el aroma del chocolate a la taza que tenía entre manos, sacó de un cajón la carpeta donde guardaba toda la información publicada en prensa local respecto al asesinato de su sobrina: detención del autor de los hechos, crónica del primer juicio y después del de apelación, declaración de las anteriores parejas del asesino calificándole de violento, maltratador, borracho, extremista…, y un diario de ruta escrito por ella misma donde plasmaba la cronología del horroroso parricidio. De repente, levantó la vista y la fijó en la estantería, en la fotografía enmarcada que tiene de la pequeña que tantas alegrías trajo a la familia. Fue entonces, en ese preciso instante, cuando comprendió que aquella historia desgarradora, como lo son tantas otras, debía de salir a la luz.
          La situación del marido de Coretta Sanders empeoró de tal forma que, mientras aguantó su corazón volvió al hospital. Semanas antes del fatal desenlace el hijo regresó a Mongolia donde su pareja y el bebé de ambos, recién nacido, le esperaban. ‘¿Cuándo pensabas contar que tenemos otro nieto y nueva nuera?’. ‘Lo estoy haciendo ahora’. ‘¿Por qué lo has ocultado? ¿No confías en nosotros?’. ‘Por supuesto que sí, mamá. Pero cuanto menos se sepa, mejor. Pertenece a la etnia Kazajo, una de las constituyentes de Kazajistán, y está muy mal visto que se haya liado con un afroamericano. Hasta que llegue se han escondido en un refugio por los montes Altái. Después, ya veremos’. ‘Cariño, aquí podéis vivir, lo sabes, ¿verdad?’. ‘Sí, y lo agradezco, aunque no entra dentro de nuestros planes trasladarnos a Estados Unidos’. ‘Espero no enfadarte con lo que voy a decir’. ‘A ver, suéltalo’. ‘¿Te parecen pocos motivos dejar de beber por ellos?’. ‘El concepto de familia que tú tienes no es el mío, me muevo en un escenario sin ataduras ni compromisos, somos dos personas libres, con espacio propio y tan sólo un hijo en común. Nada más’. ‘¿Y el amor?’. ‘Eso se queda para las románticas como tú’. ‘¿Qué podría reconciliarte con la vida?’. ‘Hoy por hoy, nada. Cuando vienes del infierno lo único que importa es la supervivencia’. ‘Me pregunto si realmente eres tú quien habla así’. Conscientes del gran abismo que les separa dejaron que el silencio, junto a ellos, atravesara el vacío horizonte. ‘Mañana me voy, ¿te arreglarás bien con papá?’. ‘Bueno, no te preocupes, siempre se encuentran soluciones’.
          Por la carretera comarcal las luces intermitentes del coche patrulla que iba a toda velocidad solapaban los rojizos del cielo entrada la noche. Al volante, un ayudante del sheriff perseguido por media docena de autos particulares pasó de largo a toda velocidad por delante de ellos. ‘¡Joder, qué prisas! –exclamó el muchacho–. A ver si pescan de una vez a los matones que todavía estamos esperando’. ‘El agente del FBI que coordinó la liberación de alumnos y alumnas secuestrados en la escuela creo que se va a encargar de ello. Le conozco personalmente y me reúne muchísima confianza’. ‘No te fíes de un tipo que se contonea dentro de un uniforme’. ‘Este no lo lleva’. ‘Debajo de la piel, sí’. ‘Qué puñetero eres’. Coretta Sanders rescató del recetario de cocina de sus antepasados los platos preferidos que tanto gustaban a sus hijos de pequeños, por eso, y a modo de despedida, preparó la entrañable cena a base de pan de maíz, tiras de cerdo fritas, frijoles, macarrones con queso y coles, todo presentado en recipientes individuales para combinar a gusto de cada uno. ‘Estoy emocionado, mami –¡cuánto hacía que no la llamaba así–, ¿pero sabes qué falta para ser un auténtico manjar “Soul Food”, o lo que aquí conocen como “comida con alma de esclavo”, tan arraigada a los trabajadores en campos de algodón?’. ‘No, dímelo tú’. ‘Un vaso de té’. Al amanecer, llegó puntual el taxi que le llevaría hasta el Aeropuerto Internacional de Birmingham-Shuttlesworth. Colocó la mochila y una bolsa con bocadillos para el viaje y, antes de sentarse, retuvo en la mirada el paisaje de la casa, la estampa invernal de los alrededores tan solitarios como ellos, el confort de la leña recién cortada, el paraguas con olor a leche materna que aún percibía de su madre al rozarla y tantos recuerdos de infancia que acudieron a despedirle. Ella, conteniendo el manantial que luego desbordaría sin censura, le abrazó con mucha sensibilidad y, mientras que una mano se perdía entre sus cabellos, con la otra introdujo un puñado de dólares en el bolsillo de la chaqueta. ‘Cuídate mucho, hijo mío. Y llama o escribe’. ‘¡Ay!, que me asfixias. Lo intentaré, pero allí no siempre se puede establecer comunicación’. Se apartaron con la misma sensación de vacío que se le queda al montañero cuando no hace pie y la cuerda de escalada se suelta del mosquetón. Ya en el vehículo, el conductor aceleró con el fin de no llegar tarde al siguiente servicio. Los árboles que aíslan el vecindario de la carretera comarcal le engulleron convirtiéndolo apenas en un punto indefinido, casi inexistente, sin embargo, pese a la intensidad de la lluvia que caía, Coretta Sanders permaneció inmóvil hasta que, un tremendo golpe procedente del piso de arriba desencadenó su pronta viudez.
          Las cámaras de seguridad de la gasolinera captaron el número de matrícula de la camioneta donde tres individuos metieron por la fuerza a la chica que después violaron, y de cuyo delito fue acusado Daunte Gray. Pues bien, gracias a esa grabación el FBI descubrió que el propietario del vehículo estaba fichado y que era uno de los miembros que atemorizaban a los negros del condado, por tanto, distribuyó sus datos entre la policía para que le localizasen. En la sala de interrogatorios donde prestaban declaración les mostraron varias fotografías hasta detenerse en la que querían. ‘¿Reconocen quién es esta persona? –preguntó Anthony Cohen y ambos negaron con la cabeza–. Pues creo que sí, un sobrino suyo, señor Austin’. ‘¡Eh!, un momento, por ahí no, que le veo venir. Mi esposa tiene mucha familia y es imposible conocerlos a todos’. ‘Comprendo –continuó el agente caminando por detrás de ellos, estrategia para ponerlos más nerviosos–. Aunque da la casualidad de que conspira con otros, todavía sin identificar, en el granero de su suegro, ¿no le suena de nada?’. ‘Eso tendrá que probarlo, ¿no le parece? Y no, jamás le he visto’. ‘Y con respecto a usted sheriff Landon, durante tanto tiempo ha hecho la vista gorda a numerosas atrocidades inhumanas que… En fin, si colabora, le ayudaremos’. ‘Me acojo a la Quinta Enmienda’. ‘No diga chorradas’. ‘Oiga, lo de él ha quedado claro, pero sigo sin ver mi relación con este caso’. ‘Se lo aclaré en Foley, pero no me importa repetirlo: obstrucción a la justicia, incitación a la violencia, recaudar fondos para la financiación de radicales que siembran el pánico y hacerle la vida imposible a Coretta Sanders, una maestra ejemplar, en todos los sentidos, que tanto nos ayudó a resolver el secuestro de alumnos y alumnas’. ‘Eso es una barbaridad. Mientras dirigí la escuela siempre la traté con respeto y educación’. ‘No digo lo contrario, sin embargo, ahora no fue así. Caballeros, centrémonos en el sospechoso y, por el bien de ustedes, les ruego que hagan memoria. ¿Con qué periodicidad los simpatizantes del Klan convocan asambleas?’. ‘No diré nada sin la presencia de mi abogado’. Repetían ambos. ‘¿Alguna vez han sido invitados a dichos eventos?’. ‘No diré nada sin la presencia de mi abogado’. ‘Sheriff Landon, ¿ha detenido en alguna ocasión al hombre que aparece en la foto?’. ‘No diré nada sin la presencia de mi abogado’. ‘Lo plantearé de otra forma para que se me entienda: ¿En cuántas palizas, asesinatos clandestinos, abusos de mujeres, maltrato de ancianos…, la lista sería interminable, ha usado su posición para circular en lado contrario a la ley?’. ‘No diré nada sin la presencia de mi abogado’. ‘Señor Austin: ¿por qué le jode tanto que una mujer negra, más inteligente que muchos de nosotros, haya destrozado su imagen pública como defensor de la patria,  respecto a su candidatura a gobernador?’. ‘No diré nada sin la presencia de mi abogado’. ‘Pues cuando vuelva les tengo reservada una sorpresa, verán qué bien lo vamos a pasar’. Anthony Cohen les dejó así, intrigados y con la intención de destaparlo todo cuando se enfrentaran al antiguo director de la escuela y al secuestrador. Salió de la sala y solicitó una orden para registrar sus domicilios. Se dirigió a la planta de abajo donde Daunte Gray aguardaba no sabía muy bien qué. ‘Ven conmigo’. ‘¿Adónde me lleva?’. ‘A respirar…’.
          ¿Abuelo, se acuerda de mí? –preguntó emocionado Osiel Amsalem–. Quizá sin uniforme le resulte más difícil’. ‘¡Claro que sí! –exclamó el vecino de Isaías Sullivan–. Jamás olvido a quien me trata bien, y usted lo hizo en el hospital’. ‘Ya veo que al muchacho no le faltan flores –dijo, señalando el ramo que estaba a punto de colocar sobre el césped–, tuvo mucha suerte de tenerle’. ‘¿Y usted a quién se las trae?’. ‘A mi mamá, murió de cáncer el año pasado, me siento terriblemente huérfano, despojado de calor y solo’. ‘Con el tiempo encontrará la forma de revertir la aflicción y pensar en los mejores momentos vividos con ella, eso no hace que el dolor de la pérdida sea menor, pero ayuda a no sufrir gratuitamente’. ‘Sí, supongo que sí. ¿Usted bien?’. ‘No tengo motivos para quejarme, hago lo que quiero, gobierno mi vida y tengo todo cuánto necesito’. ‘En cualquiera de los casos, ya sabe dónde encontrarme’. ‘Gracias, muy amable’. Pero el destino no volvió a cruzar sus caminos, al menos, vivos... El anciano regresó a su rutina casi de ermitaño. Trabajando la tierra, subido en el tractor, tomó una decisión: había llegado el momento de echar un vistazo dentro de la autocaravana de su apreciado amigo. El campo empezaba a coger cuerpo y del huerto, para su uso personal, brotaban hortalizas, así como también, de los árboles frutales. Sediento, se inclinó hacia uno de los lados, tomó la cantimplora con agua, alzó la vista y siguió al avión que volaba de este a oeste. Entonces comprendió lo afortunado que era por poder disfrutar de ese instante único, irrepetible, hermoso. La moto del cartero tampoco se detuvo esta vez ante su buzón, ni siquiera para dejar una carta del más allá…

6 comentarios:

  1. Toda mi admiración y respeto por el bellísimo texto que estás escribiendo. Un beso, nena.

    ResponderEliminar
  2. Es un alivio que nos regale su talento y la belleza de esta historia, en momentos tan delicados. Gracias por ayudarme a creer en el ser humano.

    ResponderEliminar
  3. Imposible levantar la vista de la lectura una vez comienzas con la entrega.
    Tienes el don de escribir textos que atrapan y otro que es el de la generosidad al regalarlos.
    Cuídate.

    ResponderEliminar
  4. Bueno, esto se pone bien interesante. La espera hasta el siguiente se me va a hacer eterna.

    ResponderEliminar
  5. Que gusto poder disfrutar de tu talento como escritora. Gracias. Besos

    ResponderEliminar
  6. Nunca fui muy propenso a los "juegos florales", amiga, pero es que no hay más remedio que reconocer que sabes hurgar en lo más íntimo, donde se encuentran las emociones y los sentimientos... Reitero mi admiración a tu forma de narrar y mi agradecimiento por hacérnosla llegar. Te camelo mucho, escritora. Besos.

    ResponderEliminar