22.
Cuando se cumple un año del
asesinato de George Floyd, Estados Unidos todavía no ha dado luz verde a la ley
para erradicar la brutalidad policial contra las minorías raciales. Así que, mientras
eso no ocurra, la vida de los negros corre peligro. ‘Markel, tío, ¿cuándo
vienes? Al final llegamos tarde’. ‘¡Voy, impaciente! Me visto y te
recojo’. Aprovechando que Glenn y yo vamos a St. Cloud a la reunión anual
que tenemos con ambientalistas y en la que, seguramente, abordaremos el negocio
de los combustibles fósiles, hacemos un alto en Minneapolis. 87 millas separan una
ciudad de otra por la US-52 N, trayecto que nosotros realizamos conversando distendido.
‘En cuánto pueda quiero viajar a Canadá para visitar a mi familia en la Isla
de Baffil –suelta melancólico–, les echo mucho de menos’. ‘¿Allí
quién queda?’. ‘Mi madre y mis hermanos’. ‘¿Y tu padre sigue en
Australia?’. ‘Sí, emigró con la promesa de hacer dinero y regresar, pero
nunca cumplió su palabra. Eso ocurrió cuando yo me encontraba en los Andes, al
oeste de la República Argentina’. ‘¿El informe que publicaste de
Aconcagua sin nieve en las cumbres sería posterior? Lo busqué en la web al poco
de conocerte’. ‘No recuerdo si fue después de mi estancia, pero todo se relaciona.
Ten en cuenta que el deshielo que sufre la zona alcanza también a Chile. Estos
fenómenos atmosféricos están cambiando el curso de los ríos. La retracción de
glaciares es muy alarmante, cuanto menos llueva y nieve más aumentará la temperatura
del planeta, lo cual conlleva una afectación en los procesos productivos’. ‘Meses
atrás es lo que motivó a miles de vecinos de la provincia a manifestarse en contra
de proyectos de megaminería’. ‘Exacto’. ‘¿Volverás a España? –cambia
de tema–. Siempre lo has deseado’. ‘Probablemente en un futuro lo
haga, pero ahora es difícil. Además, mira cómo están mis compañeros de viaje: Georgia
pendiente de la custodia de la niña, y William, figúrate’. ‘Puedes ir
solo’. ‘Lo sé’. ‘Allí tienes gente, ¿no?’. ‘¿Recuerdas al
primo Andoni?’. ‘Claro. Estuviste meses hablando maravillas de la posada
rural que montó’. ‘Sí, en Herboso, donde vivió la abuela. A ti te
gustaría, todo el entorno es espectacular’. ‘Seguro. ¿Cómo le va el negocio?’.
‘Nos perdimos la pista. Quedaron cabos sueltos de la herencia familiar y, a
pesar de explicarle que mi padre estaba al margen de ese asunto no quiso
mantener contacto’. ‘Qué desagradable, ¿verdad?’. ‘Mucho. Hace
poco supe por otro conocido, a través de e-mail, que abandonó la aldea antes de
declararse la pandemia. Por lo visto se enroló en un barco rumbo a los países
nórdicos, pero no se sabe si arribó en alguno de ellos’. ‘¿Te gustaría
regresar a tus orígenes por un largo período?’. ‘Lo que soy lo he
construido aquí, donde crecen los sueños y ven la luz los proyectos, aquí
ejercito la actividad, la participación, el aprendizaje. Aquí me he desarrollado
interiormente como persona y he militado en la lucha por dejar un mundo más
habitable, respetando la diversidad de las especies, más justo con el clima,
reconciliado con la naturaleza y exento de tantas tonterías materiales innecesarias
que nos tienen embobados. No tengo desarrollado un sentimiento de nostalgia como
sí veo en ti, quizá porque volver a Bilbao es abrir la herida de las ausencias’.
‘¿Es por Alaia?’. ‘Lo digo en general, aunque fundamentalmente sí,
por ella’. ‘Eso me sorprende ya que ha sido en Rochester donde habéis
convivido’. ‘Pero no es igual, yo la arranqué de allí’. ‘Tranquilo,
amigo, ha pasado bastante tiempo desde su muerte y creo que te exiges demasiado’.
‘Puede, sin embargo, es tan intenso su vacío que todo a mi alrededor aparece
como solar donde jamás podré volver a construir nada’. ‘Estoy convencido
de que algún día conseguirás salir a flote, de hecho lo estás haciendo, y no lo
digo en el sentido de que rehagas tu vida sentimental. Cuando empecé a
colaborar con vosotros pensé que Georgia y tú erais pareja’. ‘Qué va,
pobrecita, cargar con este cascarrabias. Nunca se me pasó por la cabeza –mantengo
en secreto que ella lo intentó–. La quiero muchísimo, igual que al resto’.
‘Me gusta cómo has definido los lugares, supongo que somos la suma
abigarrada de la patria que llevamos por dentro convertida en remanso de paz’.
‘¿Qué planes tienes?’. ‘Encontrar la armonía entre el cuerpo y el
espíritu’. ‘Uy, te veo muy religioso, eh’. ‘Anda, no digas
tonterías’. La limpia sonrisa de Glenn Clemmons, sin arrugas ni dobleces, y
la transparencia de su mirada, son señales inequívocas de alguien que tras
haber realizado una dura travesía, necesita parar y tomar aliento.
Nos
abrimos paso entre el tráfico desacelerando el ritmo traído en carretera para
colocarnos debajo de una masa de nubes redondeadas que pronostican tormenta. ‘Estamos
llegando’. ‘Estaciona el carro donde puedas –sugiere mi acompañante–
y vayamos a pie’. ‘Sí, será mejor’. Atravesando cortinas de niebla
que no disimulan nuestro porte de forasteros, recorremos algunas cuadras
desiertas donde negocios con los cierres echados visibilizan la ruina por la falta
de actividad. A ambos lados de la calle 38, escondidos al otro lado de las
viviendas particulares, somos observados por niños que hoy no han ido a la
escuela ante el temor de que puedan formarse altercados. ‘Mira, Cup Foods’.
‘Sí –respondo–, la tienda donde empezó la pesadilla mortal’. A cierta
distancia de la puerta de cristal, enmarcada en hierro, se levanta un altar
improvisado de flores, velas y gente, en su mayoría de color, bordeando el
lugar donde el expolicía Derek Chauvin hincó su rodilla en el cuello del
afroamericano. De repente, y a la señal del reverendo que preside la ceremonia,
una mujer, con túnica en tonos violeta, entona las primeras notas de la pieza
góspel Don’t let the devil ride, a la que se unen más voces con el
fervor que sólo ellos saben contagiar. Por los laterales de donde estamos,
caravanas de autos tocan sus cláxones al grito de I can’t breathe.
Mientras asistimos a este acontecimiento, en Washington D. C., Joe Biden recibe
a la familia Floyd y a miembros de su equipo legal quienes le sacaron al
presidente, que estuvo acompañado en todo momento de Kamala Harris, el
compromiso de desbloquear la ansiada reforma policial ante la falta de consenso
entre demócratas y republicanos. A su vez, el movimiento Black Lives Matter
ha convocado manifestaciones en diferentes Estados. ‘Cuidado, Markel, apártate’.
La aparición de incontables agitadores de extrema derecha viniendo hacia
nosotros, armados con bates de beisbol, pistolas y rifles de asalto, cuyo
orgullo patriótico no tolera que se recuerde públicamente a un hombre negro y
la pasividad de las fuerzas del orden al no impedir el enfrentamiento de estos
con un grupo de estudiantes, hizo que nos dispersáramos.
Al
llegar a St. Cloud lo primero que hacemos es buscar Bravo burrito, donde
ofrecen comida mexicana de calidad, según nos ha recomendado Jeff, y que solo
de pensar en las Fajitas, esas tortillas de maíz dobladas en cilindro y rellenas
con carne y vegetales salteados, se me hace la boca agua. Aunque la distancia
entre comensales tranquiliza optamos por sentarnos lo más alejados posible. ‘¿Sabes
por qué en estos restaurantes es importante pedir Chiles en nogada?’. ‘Ni
idea –digo–, pero seguro que me lo cuentas’. ‘Porque su
presentación simboliza el verde, blanco y rojo de la bandera de México, y eligiéndolo
elogias su ego’. ‘¿Qué lleva?’. ‘Picadillo de res y frutos mixtos,
cubierto de crema de nuez adornada con pepitas de granada y ramas de perejil’.
‘Coño, es verdad, los tres colores’. ‘¿A qué hora es la reunión?’.
‘Empieza temprano, sobre las 8:00 a.m.’. ‘Entonces, tomemos unas cervezas’.
‘¿Sabes lo que más me gusta de aquí? –comento–, pues que aún conserva
lo mejor de los pueblos indígenas que ocuparon este territorio durante años’.
‘Cierto, la huella de los Ottawa, por ejemplo’. ‘Y algunos más que
ahora no recuerdo’. ‘Piensa que fue estación de paso para colonos y
comerciantes –dice mi compañero con la pasión esa que le pone a las cosas
que le interesan–, cuyos trenes a veces eran simples carros tirados por
bueyes’. ‘Los grupos étnicos que acampaban traían pieles para cambiar
por suministros que llevaban a los asentamientos –dejo pasar un instante de
silencio y prosigo–: ves, yo también tengo cultura local’. Reímos a
carcajadas, pero el efecto que la cerveza ejerce ya en nosotros da paso quizá a
un dialogo algo más desinhibido. ‘¿Cómo crees que afrontará el Gobierno el problema
que existe con la migración?’. ‘La vicepresidenta tiene pendiente un
viaje por suelo latinoamericano que espero sea positivo’. ‘Uy, la
oposición se echará encima argumentando que el verdadero problema está en la
frontera sur’. ‘Pues tendrán que buscar la manera para contener llegadas
masivas de gente desde Guatemala, Honduras, El Salvador…’. ‘Lo sé,
Markel. Eso se consigue mejorando las condiciones de vida en sus lugares de origen
con inversiones por parte de los países más ricos’. ‘Sin olvidar que hay
que ofrecer soluciones capaces de combatir el narcotráfico’. ‘Oye –corta
por lo sano–, ¿has leído declaraciones de John Kerry reconociendo que Chile
es líder en tecnologías innovadoras?’. ‘Me han llegado rumores de que
según dice a los medios considera que la transición a energías limpias es la
mayor transformación del mercado desde la Revolución Industrial’. ‘Combustibles
sintéticos para barcos y aviones, vehículos eléctricos de tecnología avanzada y
todo lo que conlleva conseguir emisiones cero en la atmósfera es un reto
emergente para todo mandatario con sentido común’. ‘Ojalá sea así, Glenn.
En todo caso el papel fundamental han de protagonizarlo los jóvenes y sus expectativas
de progreso como nuevos pobladores de un futuro que puede ser o no saludable y
con acceso directo a las herramientas necesarias para unir fuerzas contra la
amenaza, ya real, de las consecuencias del cambio climático, capaz de barrer cualquier
obstáculo que se interponga en su camino. Me consta que la Administración Biden
impulsa medidas políticas más allá del Acuerdo de París’. ‘¿Has oído hablar
del Cuerpo Civil para el Clima? –dice, haciendo memoria–. Es una buena
idea’. ‘¿Está inspirado en algo similar creado por el presidente
Franklin D. Roosevelt?’. ‘Sí. Es un programa de empleo del gobierno, exactamente
del Departamento del Interior y Agricultura donde una flamante generación de
estadounidenses trabajara para combatir la crisis climática, preservando y
restaurando, tierras y aguas públicas, así como resguardar la biodiversidad y cuánto
conlleva la conservación del Planeta’. ‘Uf, se ha hecho muy tarde –comento,
consultando el reloj– y mañana debemos estar despejados’.
La
reunión anual con ambientalistas de todo el país alcanza las expectativas planteadas,
para que cada interviniente expongamos las propuestas que traemos con el firme
propósito de mejorar la calidad de la naturaleza y sus múltiples formas de vida.
El encuentro tiene lugar en River’s Edge Convention Center, un edificio
de diseño moderno, casi a los pies del río Mississippi y vistas espectaculares
a St. Cloud. Las preocupaciones que nos mueven suelen ser parecidas, sin
embargo, hay soluciones que precisan de un ajuste por las características de
cada condado. El siguiente punto, tras haber intervenido todos, con tramos
abiertos al diálogo, es un almuerzo ajustado a las dietas sostenibles. Nosotros
hemos tenido la suerte de compartir mesa con descendientes de Amelia Boynton, quien
en marzo de 1965, en el llamado “domingo sangriento”, encabezó la marcha por
los derechos civiles y la represión que sufrían los negros del sur. El recorrido
era desde Selma a Montgomery, pero en el puente Edmund Pettusa, la brutal carga
policial dejó malheridos a muchos de los manifestantes pacifistas. ‘Estaréis
muy orgullosos de ella ¿verdad? –dice Glenn–. Su aportación en la
campaña del sufragio femenino fue fundamental’. ‘El parentesco que nos
une es lejano, pero hemos tenido la gran suerte de conocerla, murió en 2015 a
los 104 años. Era impresionante en todos los sentidos’. Alargamos la
tertulia hasta que tuvimos que abandonar el recinto, fuimos los últimos en
salir.
Afortunadamente
el cáncer de pulmón que padece Georgia ha reducido tanto con quimioterapia, que
se plantean realizar cirugía. Esta gran noticia, de esperanzador pronóstico, la
encuentro en mi buzón de voz. ‘Hola. Ya hemos vuelto’. ‘¿Estuvo bien?’.
‘Sí. Bueno, ya sabes. Pesado al principio, pero ameno una vez que pasamos de
la teoría a la práctica’. ‘A la próxima os lleváis a Steven. ¡Qué buen
fichaje! Los jefes están encantados con él’. ‘Mejor vamos todos. ¿Cuándo
te operan, Georgia?’. ‘La próxima semana’. ‘¿De la abogada hay
noticias?’. ‘No, pero por e-mail le he puesto al corriente de mi nueva
situación, no sea que me coincidan ambas cosas a la vez’. ‘Seguro que serán
pocos días de hospital’. ‘Esperemos…’. Cuelgo el teléfono con un
sabor agridulce que me hace salir al porche y mirar el horizonte donde al
infinito apenas le queda un tímido resplandor del día que acaba.
Según entiendo, y sin olvidar la raíz del relato, están surgiendo más fuertes los sentimientos humanos lo que nos aboca al final de la historia sin haber perdido ni pizca de interés.
ResponderEliminarGracias por tu esfuerzo.
Me gusta mucho esto que dices: “ Lo que soy lo he construido aquí, donde crecen los sueños y ven la luz los proyectos, aquí ejercito la actividad, la participación, el aprendizaje”. Esa frase resume lo que en realidad somos. Enhorabuena porque cada texto supera al anterior.
ResponderEliminarLa paz, la violencia, la injusticia, la tortura, los derechos humanos, la dignidad, la discriminación, la desigualdad, la pobreza, el clima, la naturaleza... Hay que ser noble y hermosa para que esto te ocupe y preocupe. Te camelo, niña.
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