5.
Tayen McDaniel era un hombre
pacífico que vivía apartado del ruido y entregado a la peculiar manera de vivir
en Naturaleza. Dos o tres veces por semana cogía la caña de pescar e iba al río
Oconaluftee donde, con sumo sosiego, atrapaba truchas de piel brillante, arco
iris, que luego asaba para alimentarse. De vuelta por uno de los senderos del Parque
Nacional de las Grandes Montañas, llevando el trofeo de dos hermosos ejemplares
reservados para la cenar, encontró acostada, entre sol y sombra, a una cierva y
sus crías aparentemente dormidas. Pisó la rama caída de un árbol y
permanecieron sin latido, se arrodilló y, comprobando que habían muerto de
forma violenta, determinó que aquello no era obra de los lobos u otros animales
salvajes sino del sello destructor e inconfundible del hombre. En la hoguera
encendida en el exterior de la cabaña los peces de agua dulce, ensartados en
finas y largas cañas, adquirían un tono plata tostado. El indio Cherokee, Trueno
Veloz, cerró los ojos, levantó la cara hacia el cielo y, antes de probar el
alimento, rogó al Gran Espíritu que le mandase un soplo de honestidad y que la
lluvia limpiase además de la tentación, la maldad y las debilidades…
Miles
de ciudadanas y ciudadanos llegados de varios estados se agolparon en las
inmediaciones del Ayuntamiento de San Francisco para asistir al servicio funerario,
al aire libre, por la senadora Demócrata Dianne Feinstein. Arriba de los escalones
estaban la actual alcaldesa London Breed, Kamala Harris, Churk Schumer, Nancy
Pelosi y Eileen Mariano, nieta de la difunta, quien destacó que siempre
recordará sus apasionantes partidas de ajedrez y el mejor legado que ha
recogido suyo: “Haz algo para hacer del mundo un lugar mejor”. Todos dijeron palabras
hermosas destacando los muchos valores de esta mujer que desde bien joven hizo
tanto por su país. Cuando le tocó el turno a la vicepresidenta de los Estados Unidos,
visiblemente emocionada, recordó que al tomar posesión del cargo Dianne la
llevó a su despacho, la obsequió con una copa de chardonnay y la entregó
una carpeta con sus proyectos de ley orientados a mejorar la vida de los
hombres y mujeres que con su voto habían depositado la confianza en ellas y ellos.
Otro de los intervinientes hizo hincapié en la capacidad de diálogo y, sobre
todo, de empatía atendiendo las preocupaciones de las californianas y californianos
a los que escuchaba sin distinción, tuviesen el color de piel que tuviesen. Cuando
Opal Nelson llegó desde Tennessee haciendo escala en Denver tras retrasarse el
vuelo por amenaza de bomba, tuvo que conformarse con ver el acto a bastante distancia,
sin embargo, gracias a las pantallas gigantes colocadas en varios lugares no
perdió detalle de la ceremonia. En parte superior de la puerta de cristal donde
puede leerse en grandes letras de molde doradas: City Hall, están sentadas
a la izquierda, frente al público, las cuatro personas nombradas anteriormente,
y a la derecha, como centinelas custodiando la fortaleza la bandera de los Estados
Unidos, la del estado de California, la del Senado y la de San Francisco. Entre
los asistentes se palpaba el respeto y la admiración intensificada mucho más,
si cabe, por aquellos que tuvieron la gran suerte de conocerla en persona, lo
que también les permite corroborar los mensajes de alago dichos desde la
tribuna. No obstante, como casi siempre, algún infiltrado trata de ensuciar su
memoria, pero los presentes le ningunean y hunden en el más absoluto silencio.
–Dura
activista, eso es lo que nos ha hecho creer, pero en cuanto podía adoptaba
ideas conservadoras –dijo el intruso desacreditándola.
–Mi
esposa y yo venimos desde San Diego, se empeñó y no soy quien para contradecirla.
Hemos gastado parte de los ahorros en este viaje, sin embargo, ha merecido la
pena con tal de verla feliz –contó un hombre de más de ochenta años al grupo de
gente que le rodeaba.
–Ms
Feinstein, allá donde esté, lo agradecerá –respondió una chica con los ojos llenos
de lágrimas.
–Dentro
de muy poco no podrá moverse –contó el anciano–, tiene diagnosticado un cáncer
terminal para el que todavía no existe tratamiento alguno ni en fase
experimental, así que, mientras tenga fuerzas vamos a cumplir todos y cada uno
de sus deseos sin escatimar en gastos –concluyó antes de que ella le oyese.
–Escuchen,
el Presidente dice que ella abrió camino a líderes más jóvenes que han seguido
sus pasos –cuentan unos estudiantes conectados a Internet desde sus teléfonos
–Nosotras
estamos realmente aquí porque nuestra madre falleció hace dos años y la
admiraba profundamente desde los inicios políticos de la Senadora, decía que lo
suyo era vocacional –continuaron los comentarios, quien más quien menos,
llevaban en la mochila algo que contar haciéndoles sentir importantes.
–Perdón,
¿me permiten pasar, por favor? –pidió Opal Nelson abriéndose paso y yéndose de
allí con la esperanza de que Eileen Mariano, en la actualidad asesora de
políticas de la alcaldesa de San Francisco, mantenga vivo el recuerdo de su
abuela y siga sus pasos, Dianne Feinstein fue una honrada trabajadora de
servicio público.
En
casa de Aretha O’Neal se vivían semanas de tremenda incertidumbre planeando
sobre sus cabezas un posible cambio que alteraría completamente la vida
familiar. Ella, por su parte, acató con desgana y sin rechistar el
distanciamiento con Donna Hanks a pesar de no comprender ni compartir los
rancios motivos raciales que en su opinión estaban ya obsoletos, pero las
preocupaciones de los suyos iban en otro sentido quizá mucho más peligroso y
comprometido. Las cosas en la escuela de primaria donde la madre daba clase de
matemáticas básicas empezaban a ponerse feas en cuanto a que cada vez más
alumnas y alumnos acudían al centro con todo tipo de armas haciendo cundir el
pánico y, sobre todo, amedrentando a las maestras de color con el sólo objetivo
de doblegarlas y así obligarlas a abandonar su puesto de trabajo, como ya
hicieron con el único profesor negro de lectura y escritura que quedaba. Al
padre tampoco le iba bien tras defender el despacho de abogados donde estaba de
pasante, a un joven gay demostrando su inocencia en el altercado donde recibió
tal paliza que a punto estuvo de entrar en coma. Sin embargo, la borrasca que
se les venía encima traía en sí muchas precipitaciones.
–¿Volvemos
a Orlinda? –preguntó al escuchar a sus padres hablar casi en susurros.
–Quizá,
ya veremos –respondió el hombre.
–¿Y
si todas mis amigas son de aquí, este año con quien celebraré Halloween?
–dijo angustiada mientras todos miraban atentos la noticia de que el fiscal
general Jeff Landry, un Republicano bajo el paraguas de Trump, acababa de ser
nombrado Gobernador de Louisiana.
–Nada
está decidido –respondió la madre sin apartar la vista de la pantalla donde
esta vez era el Presidente Biden quien aparecía en el programa 60 Minutos
de la cadena CBS hablando del delicado y peligroso frente abierto en Gaza e
Israel.
–¿Nosotros
tenemos refugio antiaéreo? –soltó de repente–. ¿Van a bombardearnos?
–No,
nos protege el Gobierno y el Ejército de los Estados Unidos –intervino el padre.
–Venga,
a lavarse los dientes y todos a la cama, en cinco minutos no quiero oír ni un
suspiro –ordenó la madre.
–¿Rezas
conmigo? –la mujer entró con Aretha en la habitación, dijeron juntas las
oraciones finalizando con que Dios bendiga a America y, antes de apagar la luz
la chica dijo–: Mamá.
–¿Qué
quieres ahora?
–¿Otra
vez somos pobres?
–Anda,
peliculera. Hasta mañana, dulces sueños. –En el dormitorio, con el pijama ya puesto,
aguardaba el marido.
–¿Por
qué no les has dicho que te han despedido? –preguntó la mujer–, Aretha no es ya
una niña y se da mucha cuenta de todo, además si las cosas se ponen feas y yo
también pierdo el empleo les va a costar mucho encajarlo de repente.
–Tú
eres la maestra, ¿te parece bien empezar a hablarles de supremacismo y xenofobia?
¿No crees que de ese modo alimentamos el rechazo al desigual?
–Bueno,
es una forma de verlo, aunque a mí no me parece.
–Perfecto,
entonces mañana les explicas y a ver cómo reaccionan cuando tengan algún tipo de
problema en el colegio.
–Pues
mira, sabes qué, prefiero darles herramientas de consenso y diálogo a que
arreglen sus diferencias a puñetazos. ¿Crees que no estarían orgullosos de su
padre si supiesen el verdadero motivo de haceros la vida imposible?
–Me
da pudor y vergüenza.
–¿Siguen
llegando anónimos?
–Sí,
en el último llaman al bufete, defensor de maricones, hemos perdido a algunos
clientes muy influyentes que no quieren verse salpicados por el escándalo.
–¿Qué
vamos a hacer? Siempre puedo volver a colocar o reparar cercas agrícolas en las
granjas para el ganado, con lo que ha crecido el censo en Tennessee no me
faltará mano de obra.
–No
sé, volver a Orlinda no me apetece nada, busquemos otra opción –ya en la cama, espalda
con espalda, dibujaron un futuro de proyectos descarrilados.
Alvin
Evans fue al almuerzo anual organizado por algunos veteranos de la Guerra de
Vietnam, entre ellos se mezclaban nostálgicos del Klan, pequeñas cédulas del
sur, emergiendo ahora de nuevo y utilizando eventos de este tipo como tapadera.
Tan pronto como recibió la convocatoria se preparó para dar una explicación
convincente respecto a lo ocurrido con el niño que dejó escapar robándole
manzanas del granero, la organización siempre se enteraba de todo, sin embargo,
el acto transcurrió distendido y, sólo al final, cuando los más rezagados seguían
en el salón alardeando de esas batallas en las que participaron a pecho
descubierto, los hermanos Sowell y sus secuaces, procedentes todos de Alabama, negacionistas
de todo lo tocante al Partido Demócrata y por ende a la Administración Biden, le
llevaron a un aparte, desdoblaron un folio y se lo dieron a leer subrayando lo
más importante: detalles en clave de la misión que habría de llevar a cabo.
–¿Los
conoces? –preguntó el más joven de los cinco.
–No,
la oficina está en el centro de Nashville y ahí nos descubren seguro, además apenas
salgo de Lenoir City, en la granja hay mucho trabajo.
–Excepto
cuando te dejas ver en carreras de coches y los sábados en pub con música en
vivo.
–Sí,
bueno, pero nada más –respondió molesto al sentirse vigilado.
–Señores
–cortó el mayor de los Sowell–, vayamos al grano o levantaremos sospechas, nos
están mirando. Cógete a los mejores hombres de tu grupo y averiguad dónde viven,
hacedles una visita de cortesía y que entiendan quién marca las normas aquí.
–De
acuerdo, así será. Dios salve a América –soltó abriendo los ojos como platos.
–¡Aleluya!
–contestó el resto.
–¡Por
cierto!, ¿qué han hecho? –dijo con recelo.
–Defender
a uno de esos del movimiento LGTBI, le han absuelto y ahora los maricones se
ríen delante de nuestras narices –todo dicho con sarcasmo.
–Si
les dejamos campar a sus anchas destruirán lo que tanto nos costó levantar –apuntó
otro.
–Tranquilos,
yo me encargo. ¿Contactamos como de costumbre en la serrería de McQueen?
–No,
nosotros iremos a comprarte verduras –dieron media vuelta y se marcharon, Alvin
Evans también desapareció. En ruta por la Interestatal 75 recordó que muchos
jóvenes entre 14 y 18 se declaran racistas y dicen estar dispuestos a cualquier
cosa para defender la patria y expulsar a los intrusos. Ahí está la cantera
donde ha de reclutar adeptos…
El
31 de octubre Opal Nelson se presentó en casa de Donna Hanks a las 8:00 a.m.
levantándola prácticamente de la cama, rebuscó en el armario ropa cómoda y, sin
admitir un no por respuesta hizo que se la pusiera, se maquillaron muertas de
la risa y llegaron a la conclusión de que todavía estaban estupendas. A la hora
del brunch comenzaban a celebrar Halloween por todo lo alto, a su
manera, en Balter Beerworks, en el 100 Broadway Sureste en Knoxville. El
local cuenta con un ambiente muy agradable y propicio para la conversación, con
camareros y camareras dispuestos a sugerirte la mejor combinación, así que,
además de una excelente cerveza casera degustaron también galletas de suero de
leche, jamón, mezcla de quesos, champiñones, huevos revueltos, rúcula y tostadas
de trigo integral con aguacate triturado para untar. Hace mucho tiempo que estas
dos mujeres no tienen a mano la bolsa de caramelos para repartir a los niños y niñas
de sus vecindarios cuando estos tocan la puerta diciendo la célebre frase de: trick-or-treat.
Esta costumbre ha disminuido desde la pandemia y tras encontrar en algunos dulces
pequeños pedazos de hojas de afeitar, denuncia que partió de Eugene, ciudad de
Oregón, y que, según la policía, dichos objetos podrían ser de un sacapuntas.
Todo en esta vida pierde fuelle, sin embargo, ambas siguen decorando el exterior
de sus casas con calabazas talladas a mano y convertidas en velas que protegen y
espantan a los espíritus que vagan en la noche, además de murciélagos de papel
y telarañas falsas creando un ambiente lo más misterioso posible, quizá
recreando el paisaje familiar de un pasado que no volverá.
–¿Cómo
te va con tu indio? –dijo Donna con los ojos brillantes, achispados.
–No
es mi indio –respondió Opal visiblemente molesta–. Es un ser sensible y a su
vez frágil. Deberías conocerle, te iría bien.
–Si,
menuda racha llevo, Aretha O’Neal, la niña negra que me visitaba de vez en
cuando y en Acción de Gracias traía pastel de ajedrez, ya no viene.
–¿Por
qué?
–Sugerencia
de los padres, cuestión racial. Sabía que tarde o temprano la piel sería un
obstáculo entre nosotras y, además, mirándolo bien no tenemos nada en común, yo
soy vieja y ella adolescente, pero la he cogido cariño –dijo entre alterada y
entristecida.
–Seguimos
sin haber aprendido nada, cometiendo los mismos errores del pasado, los mismos
atropellos a una corriente colectiva que se siente inferior y prefiere quedarse
dentro del gueto de la indiferencia creado para ellos, hacinados sobre los cimientos
de la esclavitud, aunque lleve más de siglo y medio abolida.
–En
fin, cambiando de tema, ha salido el juicio contra los seis agentes
correccionales que presuntamente mataron al recluso que sufrió un brote
psicótico. ¿Te has enterado?
–Sí,
lo han dicho en las noticias locales, ocurrió hace un año en una cárcel de Memphis,
en el condado de Shelby, están acusados de asesinato en segundo grado, parece
ser que le golpearon fuertemente y se arrodillaron sobre la espalda, sin
embargo, los abogados han hecho un trabajo exquisito y han quedado en libertad bajo
fianza. Veremos cómo acaba el episodio porque el preso era negro y, ya me entiendes…
A
pesar de que el ambiente en el local era tranquilo y estaban a gusto prefirieron
regresar a sus zonas de confort. Para ser víspera de Halloween apenas había
movimiento, aunque sí adornados escaparates. Pasaron por delante del teatro Bijou,
con su fachada proyectada en tonos azules donde unos operarios colocaban el
cartel de la próxima representación. A la izquierda dejaron el Centro de Historia
del Este de Tennessee, Museo que recoge todo lo esencial de esta región, sus
gentes, costumbres, eventos, peculiaridades, en definitiva: la crónica de un
estilo de vida singular. En ambas aceras, a lo largo de Gay Street, no
más de media docena de personas iban de un lado a otro inmersas en sus pensamientos,
apresuradas para ultimar los detalles para que todo esté perfecto en esa noche
mágica donde, quien más y quien menos, tenemos algo de vampiro y de bruja. Se
fijaron también en una bandera de Estados Unidos que colgando medio rota de una
farola y en el poster de un político cuyo nombre es mejor mantenerlo en el anonimato,
con una diana roja dibujada en la cara. Opal Nelson conducía despacio,
disfrutando de la compañía de Donna Hanks que vuelta hacia la ventanilla ocultaba
las lágrimas. De repente un control policial las obligó a girar por una calle
adyacente ya que el Gobernador tenía que atravesar por allí, entonces cambio el
paisaje y vieron mordidos por el abandono los ladrillos del esquinazo. Una vez
en carretera, las 24,8 millas hasta Oak Ridge las hicieron en silencio pese a
los esfuerzos de Opal por formar conversación.
–¿Seguro
que estás bien? No has hablado nada.
–Perfectamente,
sólo quiero acostarme –mentir no se le daba muy bien, pero la otra lo respetó.
Una vez sola, llamó a cada uno de los nietos para desearles un feliz Halloween,
interesarse por cómo les va en los estudios y escuchar la misma promesa incumplida
de todos los años: “abuela, en breve iremos a verte con papá”. Cuando cortó la
comunicación Dolly Parton sonaba de fondo, su voz aterciopelada llegaba hasta
el saloncito de abajo donde en un tiempo ya muy lejano sus hijos, al calor de
la chimenea cuyo tubo de humos compartía con la del salón de arriba, se
entretenían con juegos de arquitectura mientras que ella se templaba las manos
en los fogones de la cocina. Recordó también, muerto ya el marido y
restablecida la paz del hogar, las celebraciones especiales en familia yendo a
cenar a otro de sus rincones favoritos de Knoxville: Oliver Royale
Restaurant, situado en la plaza del mercado y donde sirven una exquisita
ternera braseada con foie gras, champiñones y puré de alcachofas.
Agudizó el oído, los pájaros posados en las ramas de los árboles salieron en
estampida asustados cuando una máquina cortacésped comenzó a funcionar Donna
Hanks salió al jardín y arrugó la nariz por el fortísimo olor a gasolina y a fuego,
algo se prendía unas cuadras más abajo…
Dianne Feinstein fue una gran mujer, demócrata tanto en los gestos como en los actos, me alegra que desde aquí le rindas un pequeño homenaje. Avanza tu prosa hacia la madurez. Sigue adelante.
ResponderEliminarUna de las maravillas de la vida es viajar a otros países cuyas culturas calen hasta el fondo de nuestros huesos, pero hay muchas formas de hacerlo y tú has elegido la más hermosa: subirte al tren de la palabra llevando de pasajeros ViP sensibilidad y oficio.
ResponderEliminarPara mí eres un referente. Consulto tus textos cuando intento entender el mundo y siempre encuentro en ellos eso que por mi torpeza en lenguaje no sabría explicar
ResponderEliminarA veces me desconcierto cuando metes una cuña alejada, en mi parecer, del hilo del relato, pero no, luego todo tiene su nexo de unión.
ResponderEliminarLo sitúas lejos, lo presiento cerca.
Otra vez gracias por tu esfuerzo.
Me acercas a otras culturas, pensamientos y sentimientos que me hacen entender y aprender mucho. Gracias. Besos
ResponderEliminarQué agradable disfrutar de este viaje a través de la lectura. Nos dejas con la intriga al final de este relato. Me quedo con las ganas de recibir la continuación. Hasta la próxima. Muchas gracias
ResponderEliminarNo me dejas más opción que el halago y ello por cómo cuentas la historia, por cómo presentas y ordenas los elementos, cómo generas tensión... ¡Me rindo una semana más! Gracias por seguir manteniendo mi ilusión en leerte. Te camelo, amiga. Besos
ResponderEliminarBueno mi niña, no se de donde puedes sacar tanto boca bulario y plasmarlo con tanta delicadeza como lo haces, sigue así que me tienes intrigado. besitos reina
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