11.
Para Eli:
que tanto disfrutó leyendo esta historia
‘Nelson, ¿qué ocurre?’. ‘Hola,
Markel. Perdona que me presente a esta hora’. ‘No importa. Entra, no te
quedes ahí. ¿Te apetece una taza de cacao caliente?, lo iba a preparar’. ‘Sí,
me vendrá bien, estoy destemplado’. Aparto a un lado el caos de la mesa y
tomamos asiento. ‘Perdona el desorden, desde el aeropuerto fui directo a la
oficina y todavía no había pasado por aquí. ¿Qué puedo hacer por ti?’. ‘Vengo
a disculparme y a darte una explicación’. ‘Venga, dispara’. ‘Antes
me pasé diciendo que teníamos derecho a saber lo que William pone en la nota, y
no es así porque va dirigida a ti. Lo siento de verdad. Últimamente tengo los
nervios de punta y la sensación de que vigilan todo cuanto hago’. ‘¿Lo
dices por mí?’. ‘Ni mucho menos’. ‘¿Entonces?’. ‘Pues no
sé, por ejemplo: culparme de cosas que no he dicho o hecho, que le voy con el
cuento a los jefes o de ponerle la zancadilla a los compañeros. Corre también
el rumor de que voy contando que Georgia no está en su mejor momento, y jamás le
haría daño a nadie con temas tan delicados. Con esos asuntos no se juega’. ‘¿Hasta
dónde sabes?’. ‘Más de lo que ella cuenta y menos de lo que tú conoces’.
‘Vale. Su situación es delicada, por eso la cubrimos para que los de arriba no
se enteren, pero está claro que ha habido una filtración y pienso averiguarlo.
El que se haya ido de la lengua me va a oír’. ‘Gracias por creerme. Ahora
voy con la explicación que dije al principio: lamento muchísimo hacerte esto,
sobre todo porque te estoy muy agradecido, pero me han ofrecido un puesto
bastante tentador en Friends of the Earth para formar parte del equipo que gestiona
la oposición de crudo en las arenas petrolíferas de Athabasca, en la provincia
canadiense de Alberta. Creo que puedo aportar aquello que
en The Climate Reality Proyect no he tenido oportunidad de desarrollar. Además,
salgo de una relación sentimental muy complicada y un cambio de escenario, a
todos los niveles, me vendrá estupendo’. ‘Nunca imaginé que estuvieses tan resentido
y, aunque comprendo tu postura me duele perderte. ¿Te puedo hacer una
pregunta?’. ‘Las que quieras’. ‘¿Entre William y tú qué ha pasado?’. ‘Supongo
que no hay una explicación tajante para definir lo que se siente delante de alguien
a quien no soportas y te repele cuanto dice o hace. Sin embargo, escarbando un
poco en la memoria quizá todo parte de un malentendido que sucedió antes de
incorporarte tú a la organización. ¿Recuerdas que en agosto de 2015 Barak Obama
presentó su plan para limitar las emisiones contaminantes de las plantas
energéticas e invertir en energías renovables?’. ‘Sí, empecé a colaborar con vosotros a finales de ese año hasta que
al siguiente entré en plantilla’. ‘Aquello suponía algo muy ambicioso,
más aún porque el presidente lo defendería en la Cumbre de Naciones Unidas
sobre el Clima que se celebraría en París, como también anunció que pensaba
convertirse en el primer mandatario estadounidense en visitar el Ártico en
Alaska’. ‘Lo recuerdo muy bien. Por esa época yo estaba en Ciudad de
México ganándome la vida de bolero’. ‘¿De qué?’. ‘Limpiabotas. Sacas
suficientes pesos para pagar comida y cama diaria. Pero, continúa, que te he
cortado’. ‘Tras conocer aquellas dos buenas noticias tuvimos una reunión
con el anterior responsable quien contó lo que te acabo de decir y la
posibilidad de que algunos miembros de nuestra ONG formaran parte de la comitiva.
Eso me emocionaba muchísimo ya que tal experiencia no se presenta dos veces en
la vida, pero el elegido fue él. Desde entonces, aunque él no tuvo la culpa, no
puedo evitar que se me revuelvan las tripas cuando le tengo cerca’. ‘Te
honra mucho reconocer la realidad de los hechos. No obstante, respetando tu
postura de incompatibilidad, quizá, puesto que planeas dejarnos, sería bueno
enterrar el hacha de guerra y reconciliaros’. ‘Ya veremos’. ‘Nelson,
quédate unos meses, por favor, al menos hasta que Georgia termine el
tratamiento. Ahora mismo dos ausencias sería complicado’. ‘Lo pensaré. Se
ha hecho tarde y te querrás acostar’. Eso hago.
William Harrison regresa a Rochester seis días después de
haber partido para Portoviejo. Así que, tal y como indicaba en su nota, me
reuniré con él dentro de nueve horas en el Cafe Steam donde espero que desvele
el porqué del misterioso y apresurado viaje. Nosotros seguimos muy entretenidos
en el trabajo, Jeff Blocker anda atareadísimo coordinando la parte audiovisual
con los gráficos y estadísticas aportadas por los científicos que nos acompañaron
en la expedición, además de nuestros informes. Apenas me despego de su lado despejando
dudas que surgen o datos que no han quedado claros, con lo cual, aún no he
tenido tiempo de llamar a mamá ni a Deanna Leone, miedo me dan porque estarán
de uñas. Sin embargo, antes de venir he pasado por el hospital. Georgia espera los
resultados de la analítica confiando en que los marcadores tumorales no den
altos y que no tenga leucopenia para recibir otro ciclo de quimioterapia. Es
envidiable lo serena que está, o eso aparenta, y escuchar los planteamientos de
vida que hace relativizando las cosas, lo cual es todo un ejemplo a seguir. En
cambio, ahora su principal tema de conversación gira en torno a las prontas
mejoras que se supone realizará la Administración Biden a nivel medioambiental,
algo que va a suponer para organizaciones como la nuestra un importante papel
de actuación. En lo personal, a pesar de sus complicadas circunstancias, sólo
deja un resquicio de tristeza cuando piensa que Robin, su exmarido, utilice los
problemas de salud para pedir la custodia de la niña, hecho que de llegar a ocurrir
la hundiría completamente. ‘¿Y esas ojeras? –dice,
levantándome las gafas de sol hasta la frente–. ¿Estuviste de juerga?’. ‘¡Qué más quisiera yo! No he
pegado ojo en toda la noche’. ‘¿Y eso?’. ‘Nueva Orleans me ha removido
por dentro’. ‘Lo entiendo’. ‘¿Han salido a decirte algo?’. ‘No,
pero seguro que entro, me encuentro estupenda’. ‘Ya lo creo –reprimo el
deseo de abrazarla–, no hay más que verte’. ‘Eso sí, tendrás que ser mi cómplice, no quiero andar en boca de la gente’.
‘Cuenta con ello. ¿Por qué no pides una excedencia?, estarías más cómoda
durante el proceso’. ‘Ni hablar. Esto es una cuestión de amor propio. Lo
único que necesito son cuarenta y ocho horas porque en cuanto los síntomas remiten
vuelvo a estar a pleno rendimiento –ambos sabemos
que no es así–. ¿Has leído lo que publica el Fondo de pensiones de
Nueva York?’. ‘Con todo lo que tengo encima no he podido.
Cuéntame tú’. ‘Pues que en los próximos cinco años se va a desprender de
las acciones de empresas de combustibles fósiles que disparan el calentamiento global’.
‘No me extraña en absoluto, ahora la mayoría moverán ficha para alcanzar los
objetivos acordados en la Agenda 2030’. ‘Imagino, no obstante, que
mantendrán aquellas que cumplan los acuerdos de transición baja en carbono’.
‘He de hablar con mis padres, hace años invirtieron en algo parecido y he de
comprobarlo’. ‘¿Cómo les va?’. ‘Me cuesta responder con
exactitud. Se juntan y se separan con tanta facilidad que desconciertan, pero
en el fondo no pueden vivir el uno sin el otro’. ‘¿Y no te parece hermoso?’.
‘Pues sí’. La interrupción de un mensaje frunció su ceño acomodándose en
la arruga el desasosiego. ‘Compañero, voy para dentro’. ‘¿Paso a
recogerte?’. ‘No es necesario, se ha ofrecido una amiga’. Respeto su
decisión aunque intuyo que no es verdad. ‘Perfecto. Todo irá bien’. ‘Seguro’.
‘Jeff, me ha surgido un compromiso –llamo con
el manos libres del coche–, dile a Glenn que te ayude porque
no sé a qué hora llegaré’. ‘Vale. ¿Ocurre algo?’. ‘No,
es un asunto personal’. ‘De acuerdo’. Sin introducir la dirección en
el navegador: 315 Broadway Ave S que me llevaría directo, circulo por las
calles ordenando ideas a lo largo del recorrido que va desde la 16 St NE hasta
mi destino final. Reconozco que descubrir el despertar de sentimientos y emociones
me descoloca bastante. Pero, tal vez, vaya siendo hora de aceptar que por la línea
granate perfilada en el horizonte se aproxima la tempestad. Estoy en la zona
norte de la ciudad, hay poco tráfico y puedo disfrutar del paisaje. A la izquierda,
ocupando una amplia superficie, el luminoso de un Burger King con casi todas
las plazas de estacionamiento ocupadas, incita a hacer un alto en el camino. Continuo
y, unas cuadras más allá, a través de los grandes ventanales de la famosa
escuela de baile a la que Alaia siempre se quiso apuntar, observo a los alumnos
que siguen el ritmo deslizándose por la pista encerada de un futuro que se me
antoja adverso. ¿Seré yo uno de ellos? Miedo me da siquiera pensarlo. Avanzo despacio.
No estoy lejos. Paso por delante de la Universidad de Minnesota y del DoubleTree
Hilton, sofisticado hotel donde algunas estrellas de Hollywood se hospedan
cuando vienen a Rochester. Un poco más allá del cruce con 3rd St SE, visualizo
el local donde va a tener lugar el encuentro. Dentro, la mezcla del olor a
madera y paredes de ladrillo visto facilitan el diálogo. Repartidas en mesas
separadas, apenas hay dos o tres personas aisladas consultando sus portátiles.
Elijo una y me siento de espaldas al escaparate. De las repisas para taburetes
han desaparecido los complementos y prensa del día que antes tocábamos sin
peligro. ‘Por favor, ¿me trae una cerveza Budweiser bien fría?’, pido al
camarero que amablemente me da la bienvenida. ‘Hola –un
irreconocible William con sombrero me coge desprevenido–. Veo que vuelves a una de tus marcas preferidas. Gracias por acudir’. ‘Sí, es exquisita. Bueno, es lo que hay que hacer cuando los amigos
te piden algo, ¿no?’. Sonríe y le sirven un Bourbon Jack Daniel's.
‘Imagino que estés intrigado’. ‘Claro, lo
misterioso siempre eleva la adrenalina’. ‘Hace años que mi pareja y yo iniciamos
los trámites para la adopción de un niño’. ‘No lo sabía’. ‘Nunca
quise hacerlo público’. ‘Lo entiendo’. ‘Aquí, en Estados Unidos,
resultaba complicado para una pareja como nosotros con ingresos normales aunque
muy ahorradores, una vida sencilla y el hándicap xenófobo, hoy tan en auge, por
ser ella birmana. Pero nuestro deseo de ser padres tras varios intentos
frustrados incluida la inseminación, nos empujó a barajar otras alternativas posibles
a nuestro alcance. Así nos enteramos de que en Sudamérica era más fácil y que cada
vez aumentaban los huérfanos en los orfanatos. Entonces se me ocurrió ponerme
en contacto con amigos que aún conservo en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria,
aquello cuajó y pusimos en marcha los papeles en Ecuador’. ‘¿Es a eso a lo
que has ido ahora?’. ‘No, digamos que estamos en la recta final de una
larga travesía. En Portoviejo, en un hogar de acogida, vive la pequeña que se
va a convertir en nuestra hija, el protocolo obliga a mantener contactos
puntuales para que los tres nos vayamos acostumbrando y que los servicios
sociales comprueben nuestro comportamiento con el bebé. Por eso hemos de quedarnos
allí algunos días. Necesito que me ayudes’. ‘Dime’. ‘Prepara una
colaboración con la Asociación Ecuatoriana de Energías Renovables y Eficacia
Energética y envíame’. ‘A ver. No es tan sencillo y tú lo sabes. Hay que
presentar algo atractivo para que los jefes den luz verde’. ‘Vale. Entonces,
hagámoslo’. ‘Perdona un minuto. Hola, Jeff. ¿Qué ocurre? ¿En serio? No
te muevas de ahí que voy enseguida’. ‘¿Malas noticias?’. ‘Todo lo
contrario, han autorizado la venta de la planta de energía nuclear “Indian
Point”, al norte de Nueva York por miedo a un sabotaje terrorista al estar prácticamente
cerrada. Se me ocurre una idea…’.
Cada vez me sorprende más tú capacidad para ponernos en situación, una cualidad que resumo en una palabra: admirable. Cuídate. Un beso
ResponderEliminarLa forma de enlazar los tramas personales con el hilo argumental del relato, da lugar a reconocer que tu capacidad de cuenta historias no tiene límite.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Pues a mí esta historia me tiene tan enganchado que cuento los días hasta llegar a quince.
ResponderEliminarAdmiro enormemente la gran capacidad que tienes para atraparnos con tus historias. Besos
ResponderEliminarEs muy gratificante sentarse a leer tus historias, colmas todas las espectativas. No puedo decir que seas la mejor porque no las conozco a todas. Gracias Mayte. Besos.
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