6.
La súplica desesperada de George
Floyd tendido en el suelo con la rodilla del policía presionando su garganta y
la frase I can’t breathe dando la vuelta al mundo, ha reactivado el volcán
del racismo siempre en ebullición, dado que, desde entonces, conocemos más
casos con un final igual de terrible. En la pequeña oficina The Climate Reality
Proyect, de Rochester, la actividad es frenética. Trabajamos sin descanso en
los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobado en septiembre de 2015, en
Naciones Unidas, y cuya culminación será haber alcanzado la Agenda 2030 sin que
algún fleco quede suelto. ‘Markel, ¿tienes por ahí el dossier del programa
ecológico con lo esencial para desarrollar el circuito alimentario de proximidad?
–pregunta un compañero–. Hay que repasarlo, creo que no hemos contado
con un detalle importantísimo’. ‘¿Cuál?’. ‘Pues que quienes viven
por debajo del umbral de la pobreza y lo han perdido todo, no disponen de acres
propios o arrendados para montar un huerto, así de rotundo. Por tanto, ya me
diréis cómo coño lo hacemos, porque si no hay terreno de nada sirve aprender a
preparar tu propio abono y mucho menos hablar de cultivo, de basura
reconvertida en nutriente o de jardines verticales que ayuden a eliminar parte
del CO2 que
producimos’. ‘Tienes razón. Sin embargo, ahora hay muchos pueblos vacíos
donde se podría hacer, además de fomentar la economía local al priorizar la
proximidad y la temporalidad. Se me ocurre algo…’. –Giré la cabeza y ahí
estaba él, sentado en la mesa contigua a la mía.
Jeff
Blocker es un crack de la documentación. ‘Jota –es como le llamamos–,
señala en este mapa las coordenadas del área donde sería posible llevar a cabo
esto que acabamos de decir’. ‘Primero diferenciemos distintos aspectos –se
ajusta la gafa empujando sobre el puente con el dedo corazón–: no es lo mismo
hablar de escenarios despoblados a consecuencia del aumento incontrolado de desempleo,
y en cuya consecuencia se han visto obligados a migrar a otros lugares para
sacar a los suyos adelante, que de minúsculos territorios donde unos pocos
vecinos conviven distanciados, apenas sin recursos’. ‘A ver, dispara’.
‘Si hay un sitio emergente peleando por superar la decadencia tras la crisis
automovilística que mordió la prosperidad de aquellos que dependían de ella,
esa es, sin duda alguna, la ciudad de Detroit, donde concretamente, en el
distrito North End, en el mismo centro, funciona la asociación sin ánimo de lucro:
The Michigan Forming Iniciative, dedicada a recuperar espacios vacíos en entornos
verdes y limpios, abriendo granjas donde antes había naves industriales’. ‘Pero
la idea que tengo no es exactamente un estilo de vida agrihood –interrumpo–,
sería parecido, pero más que expandir comunidades rurales lo ideal es que el
individuo, conectado con la tierra, sienta dentro de sí el fruto labrado con
esfuerzo y perseverancia’. ‘Entonces, me lo pones muy fácil, el
Municipio de Elvira, con menos de cuarenta habitantes se ajusta mejor’. ‘¿Y
dónde demonios está?’ ‘En el condado de Buffalo, en Dakota del Sur.
Pero, ahora que pienso, en esa misma zona, Gann Valley, encajaría mucho mejor
al contar sólo con catorce habitantes’. ‘¿Tienes algo que hacer?’. ‘La
colada y arreglarme la barba’. ‘Bueno, prometo lavar tu ropa y, en cuanto
a afeitarte, a mí me parece que así estás muy bien. Venga, en marcha…’.
Mientras
vamos en mi coche Jeff Blocker habla de los desencuentros que tiene con Nelson
y William cuando le piden alguna información que necesitan de la herramienta
digital Reality Drop, que recopila noticias sobre cambio climático y donde
los usuarios comentan todo lo publicado en los medios de comunicación, así como
lo dicho o escrito por los negacionistas. Nunca he mediado entre compañeros que
no se llevan bien, por eso, y para no escuchar las mismas quejas durante las 368
millas que tenemos por delante, enciendo la radio. ‘Al final han imputado al
exagente Brett Hankison por la muerte de Breonna Taylor, la joven de 26 años
tiroteada a sangre fría en Louisville’. ‘Es la metrópoli más grande de Kentucky’.
‘ Sí, pero no los otros dos compañeros que iban con él –dice,
concentrado en la información que están dando–. Menos mal que el FBI
investiga si fueron violados los derechos civiles de la mujer. No sé, pero es
como si quisieran aniquilar a la población afroamericana’. ‘Tienes
toda la razón. La asesinaron dos meses antes que a George Floyd –contesto–.Fíjate
que era técnica en emergencias sanitarias, una chica que nunca se había visto envuelta
en jaleos. Y mira por dónde, aquella noche durmiendo en el apartamento con su
novio, les confundieron con los integrantes de una red de venta de drogas. Y
claro, a partir de este punto las versiones se cruzan. Total que la única
realidad es que ella perdió la vida’. ‘Oye, estamos llegando, ve más
despacio’.
Me
apeo del auto y tengo la sensación de pisar el suelo de un paisaje que presumo recio
donde el silencio ha mutado desde las raíces hasta sus habitantes. ‘No
fastidies, Jeff. Aquí va a ser complicado poner en marcha el proyecto –el
comentario suena molesto, lo reconozco–, la mayoría sólo se balancea en las
mecedoras de los porches. ¡Míralos, coño! Dime tú cómo lo hacemos’. ‘Fíjate
bien en ellos y verás luz en su mirada’. ‘No sé, lo que veo es el perfil
de la América Profunda bajo la sombra del Partido Republicano. Compatriotas que
lucharon en la Segunda Guerra Mundial anteponiendo el amor a la patria en
detrimento de sus allegados. En definitiva, que no creo que estén dispuestos a
escucharnos y menos aún a cuidar del clima’. En la casa más alejada un cacareo
de gallinas da la bienvenida a los forasteros si el viento no sopla ensortijando
los matorrales. La dueña, entrada en los setenta años, vestida de granjera, situada
detrás de la barandilla de madera con los bordes desgastados, encarama un rifle
a la vez que avisa: ‘Un paso más y os vuelo la tapa de los sesos, muchachos’.
‘Cálmese, y deje que nos presentemos’. Así lo hacemos. Lo siguiente fue explicarnos,
aunque nos cortó casi antes de empezar. ‘Veréis hijos, nosotros no
necesitamos que vengáis en plan salvadores del mundo a darnos lecciones de cómo
tenemos que vivir, lo que hemos de comer o la forma de cultivarlo. Cada huerto
es la identidad de su agricultor, lo que le gusta y lo que no. El agua, la
electricidad, el petróleo y demás elementos están ahí para hacernos la vida más
fácil, son sagrados y variar su procedencia es un pecado mortal que Dios castigará
enviándonos plagas. Así que, habéis hecho el viaje para nada’. ‘Sí, supongo
que no ha sido buena idea’. ‘Largo pues o tendréis que lamentarlo’. Rumbo
a Rochester, Jeff conduce concentrado en la carretera de interminable recta,
como casi todas las que conectan los Estados Unidos. ‘No te apures –digo–.
Esto también nos ha servido de experiencia. ¿Tú crees en la peste divina?’.
‘No digas tonterías, Markel’. ‘Ese pensamiento lo tienen muchos
lugareños y, por tanto, será nuestro mayor objetivo: ser capaces de que vean las
cosas desde escenarios realistas. No sería mala idea hacer una visita a esa
asociación que dices de Detroit, me parece muy interesante eso de reconvertir
espacios vacíos en entornos verdes y limpios’. ‘Pues, cuando quieras…’.
Paramos
en el único motel de carretera que encontramos sin las luces de neón apagadas.
Un hombre obeso, menos pendiente de nosotros que del habano que tenía entre los
labios, nos lanzó sobre el mostrador las llaves de las habitaciones 27 y 29. ‘Si
quieren toallas limpias por la mañana son $10 más. No hay buffet, tampoco
teléfono, ni wifi y no quiero jaleos, ni prostitutas, ni borrachos. El baño está
al final del pasillo y los accesorios de jabón, loción o ducha caliente lleva
un complemento a parte. ¿Alguna pregunta?’. ‘Sí –contesto–: ¿Dónde
se puede comer alguna cosa?’. ‘A veinte millas de aquí está la ciudad de
Hartford, puede que encuentren algo abierto’. Pegado al Casino, en Caribou
Coffee, pudimos tomar unos sándwiches que nos parecieron de buena calidad. ‘¿Me
apetece una copa –dice Jeff–, ¿probamos suerte en la ruleta?’. ‘Prefiero
irme a dormir’. ‘Venga, hombre, no seas soso’. Accedí. Nos acodamos
en la barra. No había muchas personas excepto los típicos solitarios, mudos,
ausentes, perplejos, vacíos… Mi compañero movía las fichas de una mano a otra,
nervioso. Vi de reojo cómo se reproducían las gotas de sudor en su frente.
Incapaz de contralar la zozobra derrama los cócteles Vieux Carre recién puestos.
‘Joder, casi me empapas –digo contrariado–. Oye, es mejor que nos
vayamos’. ‘Ni hablar’. El barman hizo una seña y rápidamente salieron
a limpiarlo. Estoico, aguanto el tipo mientras asisto a la casi ruina de mi
amigo. ‘¿Por qué no paras ya?’. ‘Porque tengo un pálpito y creo que
es mi noche de suerte’. Pero no lo fue. En el aparcamiento se nos acercan dos
chicas. Me siento un poco mareado, sin duda el alcohol empieza a hacer su
efecto. Jeff se mete con una de ellas en el coche y yo estoy violento. ‘¿Dónde
quieres que lo hagamos, encanto? –escucho a la vez que me agarra por la
bragueta– No serás uno de esos tipos que usan juguetitos raros. Mira que soy
muy tradicional en mi trabajo’. El ambiente desapacible de la noche cerrada
nos lleva a una especie de cobertizo junto a la gasolinera. Me tiendo sobre
unos fardos de mantas y la dejo manejar. La imagen de Alaia reflejada en la
ventana parece decirme que todo está bien. Giro la cara para no ver la de la
prostituta y, al cerrar los ojos, no puedo evitar sentir un inmenso desprecio
hacia mí mismo. A la mañana siguiente Jeff dice que se va a quedar unos días en Hartford así que regreso solo a Minnesota.
A mí me da que Jeff Blocker va a dar mucho juego. Enhorabuena por tener tan bien la trama.
ResponderEliminarDe querer ir a un lugar, Detroit, a volver a su lugar de partida en solitario. ¿Qué ha pasado?
ResponderEliminarEsperemos la próxima entrega para salir de dudas.
Deseando que llegue la próxima entrega para se
ResponderEliminarguir disfrutando con este magnífico relato. Gracias por tu generosidad. Besos
Las personas solitarias, mudas, perplejas, vacías... que triste. Toda una clave que no me pasa desapercibida en tu genial texto, Mayte.
ResponderEliminarSiempre la denuncia, la reivindicación, el inconformismo, el cuidado del clima... Una gozada leerte, amiga. Besos.
ResponderEliminarMayte, tus relatos me hacen vivir toda esa experiencia que narras, muy fiel a cierta realidad y muy actual. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mayte por hacernos viajar por el mundo y por la vida con tus relatos ¡lo que vamos aaprender!
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